Por Eduardo “Lalo” Baltusis
Señala una cita budista: ‘’Donde hay apego, hay sufrimiento‘’. Pensamiento básico quizás, de esa nueva corriente del ‘’soltar ‘’, tan new age, tan mindfullness, tan de bajada a los ‘’normales ‘’ de algún gurú instagramer. Heráclito de Éfeso decía que: ‘’No es posible bañarse dos veces en el mismo río‘’, metáfora del fluir del tiempo y ley natural de la imposibilidad del regreso. En eterno confronte a esas reflexiones, estaban los muchachos del Ángel Gris de Alejandro Dolina, que creían que: ‘’No hay sueño más grande en la vida que el Sueño del Regreso‘’.
Y quizás sea solo eso, que no es poco: ejercer el deseo del regreso y darle entidad en uno de los formatos más nobles de la historia de la música, el disco de vinilo. Y ahí fuimos a ver de qué se trataba, esta séptima edición de la Feria de Vinilos, organizada por Going Underground Records, con la participación de Guru Vinilos La Plata, Vinilos Mortales, Beat Discos, Tiendita Cultural y Pugliese Records, con más de 10000 discos de todos los géneros: rock nacional e internacional, pop, funk, soul, jazz, dance, brasileños, soundtracks, compilados, latinos y mas formatos y estilos; todo desarrollándose en un ambiente musicalizado y con bebidas y comiditas acordes.
La cita fue este sábado pasado, una gloria por cierto, en la cervecería Parda, de 18 entre 70 y 71, pleno barrio Meridiano V, muy cerca de la Estación Provincial, en ese Little San Telmo platense, siempre con su ebullición cultural y variedad de propuestas artísticas, pero con ese aire a nostalgia de otros tiempos y esa pulsión por el regreso.
Que hasta creo por un rato conseguimos, subidos a esos recuerdos, que sobre todo la música y su forma mágica traen a la realidad, como flashes de épocas de encanto, en charlas hasta casi técnicas en exceso, sobre las bandas y circunstancias de esas piezas, retratadas en el objeto de culto que nos convocó o idealizadas con esas maniobra de ensueño en que nos envuelven ciertas melodías.
¿Todo tiempo pasado fue mejor? Este que vivimos en la Feria de Vinilos nos lo confirma, al menos por esa zona, al menos por unas horas. Seguro los muchachos melancólicos del Ángel Gris, anduvieron revolviendo esas bateas, lindas, infinitas.