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El Pájaro Rickard y Patanes brillaron en la noche berissense

Algo inspirados por los aires de ribera, salimos a buscar, medio gagas, esa salida de emergencia a riberas paraíso, entre las malas decisiones, en tecnológica escalada al sexto piso. O quizás imbuidos por el espíritu universal del Zaratustra que el viejo loco Federico, como bien decía quién nos convoca, escribió por ahí alguna vez.

Nos encontramos regresando, entre mitos una vez más, a esa callecita mágica de la ciudad de Berisso, la Nueva York y puntualmente su Raíces del Dawson. La propuesta era más que interesante, el Pájaro Rickard y Patanes se presentaban la noche del viernes en la renovada esquina histórica, en diagonal al km0 del peronismo y por derecho de resurgires, punto de referencia de la movida musical berissense. Ahora con una propuesta más familiar, que se disfrutó hasta la emoción, con delicias regadas por algún santo sumo y niñeces correteando hasta rendirse al sueño, entre suaves acordes en versiones de encanto, esas que los mercaderes del hit le bautizaron unplugged, pero que, conectan en verdad, en cercanas regiones de esa tradición pasional, con cada ser que colmó las mesitas de la sala, partícipes necesarios de la celebración, desde el aplauso a los coros y aclames, en muchos pasajes del convite.

Algo pasadas las 22hs arrancó Patanes, en set acústico, con tres de sus integrantes, fueron recorriendo su discografía con una intensidad no tan usual para estos formatos, el ambiente se fue calentando y llegaron los primeros coros, repasaron sus tres discos editados y con Baila como climax, que se sostuvo hasta la emoción profunda, con un cerrado apoyo al momento y recuerdo, del estrenado Puñal, un exquisito preámbulo para lo que se venía.

“Es mejor consumirse que dormir oxidados. Hey!, Hey!, my, my” despuntaba La Renga alguna vez,  desde el argentinizado himno del forever Young. Y de esa vitalidad y oficio se valió nuestro número central de la velada, el gran Pájaro Rickard se puso el overol-delantal y convidó a los presentes un poco de la fuerza iluminada de su voz, en plan solista, sin la banda que lo suele acompañar, ese dream team intitulado “los Amores”, peló guitarra acústica con unos mics hace poco estrenados, que realzan un sonido casi perfecto.

La voz llegando a tonos impensados, obligándonos en los inevitables coros parroquianos a exigirnos hasta la afonía, hay que seguirle el tren al coctel de crooner irredento al que nos invitó. Y así, fueron pasando los temas de su disco solista, sazonados con los clásicos de Pájaros, grabados a esta altura, a fuego en estas paredes de la Nueva York que tantas veces los disfrutó; una vez mas la hizo el querido Pájaro, show para el recuerdo de tantos disfrutados ya.

Haría una descripción más minuciosa de los temas y momentos, pero mejor eso dejémoslo para los cuenta costillas mal habidos y sumadores de puntitos inservibles acá, en el campo de las representaciones emocionales más primales.

Solo cerraré aclamando a quien quiera oír, que momentos así, de los que conectan con ese ritual, dionisíaco de la música, lejos del juego de artificios al que nos quieren acostumbrar, es uno de los valores mas sagrados, a defender y proclamar, como misión de esta nueva etapa de la Tres Ciudades, gracias por estar y queden atentos a todo lo por venir en este nuevo comienzo, por los caminos de la vuelta al encanto de conectar voces. Salud amigos, esto recién empieza…