En Cueste lo que Cueste dialogamos con Giuli, tatuadora de Jaune Delirium, quien en su día nos contó sobre su experiencia como profesional.
“Siempre dibuje, hasta que un compañero de sexto me dijo ‘ese dibujo me lo re tatuaría'”, recordó, siendo esa la primera puerta a un trabajo que hoy mantiene.
Con cinco años dedicados a esta profesión y miles tatuajes comentó que el flujo de laburo “es el punto de inflección”, que antes era como una changa y ahora es su principal fuente de ingresos.
Su especialización va por el animé, pero la demanda puede ir variando. De todos modos, más allá del pedido de los clientes su espacio, que comparte con un grupo de mujeres, prioriza la comodidad y la confianza.
Acerca de este contexto y la situación laboral, indicó que “los primeros meses de este señor (Javier Milei) fueron complicados, pero ya se reactivó con el aguinaldo”.
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