Francisco logró consolidarse en su papado como un gran estadista. Su dimensión política se manifiesta en varios aspectos de su primado.
En primer lugar por su teorización. Grandes encíclicas deja para la lectura en los tiempos venideros.
En su primer encíclica, “Laudato Si'”, el Papa Francisco se centra en el cuidado del medio ambiente y la necesidad de una ecología integral que considere las relaciones entre Dios, los seres humanos y la creación. Propone una visión de la ecología que va más allá de la protección ambiental, abarcando la pobreza, la desigualdad social y el desarrollo humano integral, introduciendo de esta manera aspectos de la doctrina social de la iglesia a un análisis muy actual como es el del cuidado del medio ambiente.
Posteriormente, la encíclica más política de Francisco, “Fratelli Tutti” (Hermanos todos), aborda la actual crisis mundial y aporta elementos para tratar la construcción de comunidades justas, basadas en el amor al prójimo, en el respeto y la fe.
En ella denuncia al materialismo, el neoliberalismo, promotor de la disolución de las naciones, en un modelo cultural donde prima la economía y las finanzas: “El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”, define. “Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral”, profundiza en el escrito.
“Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores”, menciona el pontífice y destaca que “el avance de este globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes”.


Por otro lado, denuncia el aspecto negativo de las nuevas formas de comunicación, lo oscuro de las redes sociales donde “Todo se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y la vida se expone a un control constante. En la comunicación digital se quiere mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan, desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima”, y que “No construyen verdaderamente un “nosotros” sino que suelen disimular y amplificar el mismo individualismo que se expresa en la xenofobia y en el desprecio de los débiles. La conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad”.
También deja un contundente mensaje para medios de comunicación y comunicadores, enumerando cuatro pecados propios. En principio, la desinformación. “Decir lo que me conviene y callarme lo otro, no podés desinformar; tenés que informar todo”, explicó. El segundo pecado es la calumnia. “Se inventan cosas, a veces destruyen a una persona con una comunicación”. El tercero es la difamación, o sea cuando se divulga una postura del pasado de una persona “que quizás ahora cambió”. “Es como si a vos adulto te trajeran los pañales sucios de cuando eras chiquito”, ejemplificó. Y el cuarto pecado es la coprofilia: “Es el amor a la caca, a la porquería, o sea buscar ensuciar, buscar el escándalo por el escándalo”.
La geopolítica no era ajena a su preocupación, y mucho menos la consecuencia de estos tiempos de guerras, desocupación y pobreza, las migraciones. “Los migrantes no son invasores. Su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen” definición. “Bienvenida sea la acción de quienes no se limitan a observar, a criticar desde lejos, sino que se implican, ofreciendo un poco de su tiempo, de su ingenio y de sus recursos para aliviar el sufrimiento de los migrantes, para salvarlos, acogerlos e integrarlos”. Y resumió con contundencia: “El encuentro con un migrante, es un encuentro con Cristo… A la globalización del fenómeno migratorio hay que responder con la globalización de la caridad y de la cooperación, para que se humanicen las condiciones de los migrantes”.
Hoy, el respeto, la congoja, y la admiración demostrada por los saludos de los más diversos líderes políticos, religiosos, sociales y sindicales del mundo entero demuestran su real magnitud.