La Argentina fue testigo hoy de una movilización masiva, una demostración contundente de un pueblo que se abrazó en las calles, no desde la violencia o la crueldad, sino desde el amor, el humanismo y un profundo sentido de pertenencia comunitaria. Cientos de miles de personas, peronistas y kirchneristas, de izquierda y radicales, llegaron desde cada rincón del país, algunos tras días de viaje, otros sorteando detenciones policiales absurdas, todos unidos por un sentimiento común.
Eran quienes vinieron a agradecer por el cambio que el kirchnerismo y el peronismo significaron en sus vidas: sueldos dignos, jubilaciones justas, hijos en la escuela con computadoras o accediendo a la universidad por primera vez en sus familias, el programa PROCREAR, los avances científicos, la defensa de los derechos humanos, el asado compartido, las vacaciones anheladas, el auto o la casa propia. Un millón de argentinas y argentinos movilizados en un abrazo por la democracia, y por quienes consideran merecen su lealtad.
La democratización del goce frente al odio
Este fenómeno no es nuevo para quienes provienen de ideologías con clara conciencia nacional y de procedencia popular. La historia ha demostrado que el peronismo lleva en su esencia la capacidad de movilizar a las masas, de interpelar sus necesidades y aspiraciones. Hoy, esa movilización envió un mensaje claro a sus dirigentes, al Gobierno, a los medios y al poder fáctico: nada detiene el río del sentir popular.
El Gobierno, con sus intentos de amedrentamiento a través de la detención de colectivos o la prisión domiciliaria de Cristina Fernández de Kirchner, subestimó la fuerza de esta convocatoria. Los medios monopólicos, con sus periodistas “ensobrados”, se vieron forzados a inventar excusas para desviar el foco de la verdadera magnitud del acontecimiento. El poder real, encarnado en los Macri, Magnetto y Rocca, seguramente estará recalculando sus estrategias de lawfare.
El odio visceral del antiperonismo o antikirchnerismo tiene una raíz profunda: la democratización del goce. Es el rechazo a que grandes porciones de nuestra población puedan acceder a un trabajo digno, a vacaciones, a una casa, a que sus hijos asciendan en la escala social. Es la indignación de una élite que no soporta ser mirada a los ojos, de igual a igual, por aquellos a quienes siempre consideraron inferiores. La frase de Robustiano Patrón Costas, “Lo que yo nunca le voy a perdonar a Perón es que durante su gobierno, y luego también, ‘el negrito’ que venía a discutir su salario se atrevía a mirarnos a los ojos: ¡ya no pedía, discutía!”, resuena hoy con dolorosa actualidad.
Desde entonces, se ha soñado con desterrar al peronismo y al kirchnerismo a través de la violencia, los golpes de estado, las proscripciones y las desapariciones. Sin embargo, la historia ha certificado que, si bien pueden eliminar los nombres de las obras, las obras y las gestiones perduran, material o espiritualmente. ¿Cómo olvidar la primera vez que se fue al mar gracias a los Torneos Evita, o la primera computadora familiar gracias al Conectar Igualdad? Cómo no reconocer que tus hijos pudieron ir a la universidad, o accedieron a un trabajo digno. Como no recordar la casa propia a partir delPROCREAR, y el auto adquirido en cuotas. Es imposible olvidar el desendeudamiento, los avances con la inversión en ciencia y tecnología, las cientos de miles de obras públicas. Y asi…Es imposible borrar de la memoria colectiva la dignidad que estos procesos políticos han significado para cada argentino y argentina.
Un llamado a la sabiduría, dirigencial
La Plaza de hoy fue una plaza de esperanza, de luz, de hermandad y solidaridad. Pero también de una conciencia contundente, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. En un discurso particular y lleno de sabiduría, la ex Presidenta convocó a la reflexión. El pueblo ha dado hoy una muestra inequívoca de su poder y su sentir.
Es una oportunidad única para que el movimiento nacional se ordene de abajo hacia arriba, como hace tiempo no se ve. Ahora, la pelota está en la cancha de la dirigencia. Habrá que ver si están a la altura de comprender lo que hoy pasó y traducir en praxis política el mensaje del pueblo, en un programa alternativo a este oscuro presente que atraviesa nuestra Nación. La Argentina exige una dirigencia que esté a la altura de las circunstancias, capaz de encauzar el amor popular hacia un futuro de justicia y bienestar para todos.