La ciudad de Berisso, con su historia forjada en el esfuerzo de sus vecinos, atraviesa una situación insostenible por culpa del deficiente servicio que presta la empresa Edelap. Casi a diario, miles de familias se ven sometidas a cortes de luz prolongados, bajones de tensión que arruinan electrodomésticos y una atención al cliente que, en lugar de brindar soluciones, profundiza la sensación de abandono.
Lo que debería ser un servicio esencial y garantizado se ha convertido en una pesadilla. En pleno invierno, barrios enteros quedan sin suministro eléctrico durante horas, a veces días, exponiendo a personas mayores, niños y enfermos a condiciones peligrosas. Los comerciantes locales, ya golpeados por la crisis económica, ven cómo se arruinan mercaderías, se frenan sus ventas y se multiplica su desesperación. La vida cotidiana en Berisso está siendo condicionada por una empresa que ha demostrado no estar a la altura de las circunstancias.
Peor aún, Edelap responde con silencio, promesas vacías históricamente, y ahora encima con condiciones para arreglar los problemas que surgen de su pésima gestión. Las quejas se multiplican, pero las soluciones no llegan. ¿Dónde están los controles? ¿Dónde está la respuesta del Estado a través de los poderes ejecutivos o legislativos? ¿Cómo puede seguir operando una empresa que no cumple con su contrato social básico?
Los vecinos de Berisso no piden privilegios. Exigen lo mínimo: un servicio estable, transparente y digno. No es un reclamo nuevo, pero sí cada vez más urgente. Esta editorial se suma al grito colectivo de una comunidad harta de esperar, porque la energía no puede seguir siendo un privilegio, ni el abandono una política aceptada.
Ya no se trata de un corte aislado o un desperfecto ocasional. Se trata de una crisis estructural, de una empresa que ha dejado de ser confiable y de un Estado que, hasta ahora, no ha estado a la altura de las necesidades de su pueblo.
Es hora de que las autoridades intervengan con firmeza. No puede haber desarrollo, inclusión ni calidad de vida sin servicios básicos. Y hoy, en Berisso, lo básico está en crisis.