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El desembarco de Peter Lamelas en Argentina y el avance de una política exterior segmentada

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La designación de Peter Lamelas como embajador de Estados Unidos en Argentina reavivó tensiones en el tablero de la política internacional y dejó al descubierto una estrategia más profunda que trasciende las declaraciones del diplomático. Detrás de sus polémicos dichos en el Senado norteamericano, en los que apuntó contra Cristina Fernández de Kirchner, defendió al gobierno de Javier Milei y propuso desarticular vínculos provinciales con China, se configura una línea de intervención que responde a intereses geopolíticos de largo plazo.

Lamelas es un médico de 66 años que emigró de Cuba a Estados Unidos cuando tenía apenas cuatro. Su perfil combina el “sueño americano” con una marcada ideología anticomunista. Fundador de una empresa de servicios de emergencia que luego vendió, en los últimos años ha dirigido fuertes donaciones al Partido Republicano, en particular a las campañas de Donald Trump y Marco Rubio, según el sitio Open Secrets.

La figura del nuevo embajador se inscribe en una lógica que, más que un episodio aislado, parece formar parte de una continuidad estratégica. Estados Unidos sostiene, financia y articula con gobiernos afines en la región, incluso cuando sus programas económicos son ampliamente cuestionados. Tal como recordó el analista Nicolás Bursi, director del Grupo de Trabajo de Ocipex, las relaciones bilaterales recientes incluyen el respaldo financiero del Tesoro estadounidense y del Fondo Monetario Internacional al gobierno argentino, con desembolsos que superan los 65.000 millones de dólares desde 2018.

La preocupación no radica solamente en el perfil personal de Lamelas, sino en su rol político dentro de un esquema de influencia que articula recursos financieros, alianzas judiciales y presión directa sobre las provincias. En su intervención ante el Senado, el diplomático anticipó su intención de evitar que gobernadores argentinos desarrollen vínculos comerciales con China, planteando una política exterior paralela que colisiona con el marco constitucional argentino. De hecho, sugiere un avance explícito sobre facultades que son potestad exclusiva del gobierno nacional.

En ese sentido, Lamelas no estaría inaugurando un modelo, sino profundizando uno ya en marcha. En los últimos años, se ha visto a representantes diplomáticos de potencias extranjeras —como el Reino Unido o Australia— recorrer provincias, firmar acuerdos y negociar directamente con autoridades subnacionales, en una dinámica que expone las grietas del federalismo argentino frente al capital transnacional.

El caso más reciente lo protagonizó el ministro de Economía, Luis Caputo, quien rechazó un proyecto de inversión minera de capitales chinos cercano a los mil millones de dólares, mientras aprobó uno australiano por una cifra considerablemente menor. Esta selectividad evidencia que las relaciones comerciales no se rigen únicamente por criterios de rentabilidad o beneficio mutuo, sino por alineamientos estratégicos.

Además, Lamelas afirmó que buscará avanzar con acuerdos bilaterales sobre barreras arancelarias y comercio exterior, lo que pone en jaque al Mercosur. Al operar por fuera del bloque, se favorece la fragmentación regional y se debilita la capacidad negociadora de los países del sur. La política “divide y reinarás” reaparece como principio rector de la diplomacia estadounidense en América Latina.

Frente a esta situación, algunos legisladores plantearon la posibilidad de impedir el ingreso de Lamelas al país o al menos denegarle las acreditaciones necesarias. Sin embargo, desde OsipEx advierten que el poder real que Estados Unidos ha construido en Argentina —con apoyo financiero, mediático, judicial y político— limita seriamente el margen de maniobra del Congreso y del Ejecutivo local.

El caso Lamelas interpela a los actores políticos y al conjunto de la sociedad. ¿Qué tipo de soberanía está en juego cuando una potencia extranjera se permite condicionar la política interior, definir aliados y enemigos, e intervenir en los vínculos de cada provincia con el mundo? La pregunta no es menor en un contexto de creciente extranjerización de los recursos naturales, fragmentación de las estrategias nacionales y subordinación de la diplomacia a intereses ajenos.

Si algo deja claro este nuevo capítulo es que el debate sobre la relación entre Argentina y Estados Unidos ya no puede reducirse a gestos diplomáticos. Implica, en última instancia, definir qué tipo de nación se quiere construir, y con qué grados de autonomía, dignidad y proyección internacional.