Desde el fondo del Mar Argentino, una expedición científica del CONICET transmite en vivo, cada jornada, los descubrimientos que un grupo de investigadoras e investigadores realiza a bordo del buque Falkor (too), como parte de la misión “Oasis Submarinos del Cañón de Mar del Plata”. Se trata de una iniciativa que combina ciencia, tecnología y soberanía en un mismo gesto político y cultural sin precedentes en la historia reciente de nuestro país.
Mientras en la superficie el debate gira en torno a recortes estatales y ajustes presupuestarios, en el fondo del océano la ciencia argentina produce conocimiento estratégico en tiempo real, y lo comparte con miles de personas que lo siguen desde sus casas, oficinas o escuelas a través de YouTube y otras plataformas. En los primeros días de la expedición, la transmisión superó los cincuenta mil espectadores simultáneos, alcanzando cifras superiores incluso a canales y plataformas populares como Olga TV, Luzu, Neura, TN, C5N o La Nación+.
Lo que empezó como un streaming científico se transformó en un fenómeno cultural inesperado, con memes, nombres espontáneos para las especies y un diálogo horizontal entre quienes investigan y quienes observan. Pero lo más importante es lo que se está viendo y descubriendo en esas profundidades que superan los 3.800 metros. Los científicos registraron imágenes de corales de aguas frías, rayas de gran tamaño, estrellas de mar, crustáceos adaptados a la oscuridad absoluta e incluso esponjas carnívoras, además de residuos humanos como bolsas, redes de pesca y microplásticos, que evidencian la huella de nuestra actividad incluso en zonas casi inexploradas. También se observaron en vivo especies previamente descritas por investigadores argentinos, fortaleciendo el sentido de continuidad y el valor del trabajo científico nacional.
Este proyecto, financiado por el Schmidt Ocean Institute y desarrollado por científicos de diversas instituciones argentinas, no es solo una muestra del potencial que tiene la ciencia pública, sino también un acto de soberanía en un territorio como el Mar Argentino, donde se juega el presente y futuro ecológico, económico y geopolítico del país. En un mundo donde los recursos naturales son cada vez más disputados, conocer, cuidar y gestionar nuestros ecosistemas marinos no puede quedar librado al azar ni a los intereses privados.
Relegar la ciencia y la tecnología en nombre del ajuste es resignarse al subdesarrollo, mientras que invertir en investigación es una apuesta por el desarrollo justo, autónomo y sostenido de la nación. Esta expedición muestra que, lejos de ser una actividad elitista, la ciencia puede conmover, emocionar, entretener y convocar cuando se comunica con pasión y compromiso. Lo que se vive en este streaming no es solo una exploración científica: es también una experiencia democrática del conocimiento, en la que miles de personas participan, comprenden, preguntan, se sorprenden y se reconocen parte de un país que investiga, que crea, que piensa.
Lo que se está viendo en el fondo del mar es también un espejo de lo que podríamos ser si la ciencia y la tecnología fueran políticas de Estado sostenidas en el tiempo, y asumidas como parte central de un proyecto nacional. Porque sin ciencia no hay futuro, y sin tecnología propia no hay justicia social duradera.