El Gobierno nacional anunció la eliminación de las retenciones a granos y a los productos cárnicos bovinos, porcinos y avícolas por un período de 40 días. La medida tomó por sorpresa al sector y generó repercusiones inmediatas tanto en los mercados como en el plano político.
La decisión se interpreta como un intento de llegar a las elecciones de octubre con mayor estabilidad económica, luego de semanas de fuerte presión cambiaria. El Banco Central debió vender más de 1.100 millones de dólares en reservas en la última semana para contener el dólar. De mantenerse ese ritmo, estimaciones privadas calculan que se necesitarían entre 8.000 y 10.000 millones hasta fin de octubre.
El anuncio produjo un alivio en los mercados financieros: el riesgo país cayó un 25% en una sola jornada y el dólar paralelo mostró una baja. Sin embargo, economistas advierten que la medida es transitoria, de carácter electoral y con efectos limitados.
La cosecha gruesa ya fue liquidada en gran parte, por lo que no habría un ingreso masivo de divisas en el corto plazo. Además, el impacto logístico de movilizar granos almacenados y concretar exportaciones no puede resolverse de inmediato.
Otro aspecto señalado es el posible aumento en los precios internos de alimentos básicos como la carne y la harina, ya que la quita de retenciones encarece el valor local de los granos. En ese contexto, los principales beneficiados serían grandes cerealeras y exportadoras con capacidad de aprovechar la coyuntura.
La eliminación de retenciones se suma a otras señales hacia los mercados, en particular a los compromisos de cumplir con los vencimientos de deuda de 2026. En este marco, analistas coinciden en que la medida no modifica los problemas estructurales de la economía argentina y que responde a la necesidad urgente de dólares para sostener la flotación cambiaria en un escenario de fragilidad financiera.
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