El gobierno nacional avanzó en las últimas semanas en un marcado alineamiento con Estados Unidos, al autorizar por decreto ejercicios militares conjuntos en Mar del Plata y Ushuaia, evitando así el debate en el Congreso. La medida, presentada como un paso de cooperación en defensa, refleja la estrategia de subordinación automática a Washington impulsada por la administración de Javier Milei.
Además del plano militar, la Casa Rosada apuesta a un sostén económico por parte de la Reserva Federal, con la expectativa de acceder a créditos que permitan aliviar la crisis financiera local. La búsqueda de respaldo externo se da en un contexto de creciente inestabilidad política en Estados Unidos, con una presidencia debilitada y fuertes tensiones internacionales.
El rumbo elegido expone a la Argentina a un esquema de dependencia que compromete su soberanía y la deja atada a los vaivenes de la política estadounidense. Lejos de abrir un debate nacional sobre la política exterior, el gobierno consolida un vínculo asimétrico que prioriza el alineamiento ideológico por sobre los intereses estratégicos del país.
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