La diputada nacional del Frente de Izquierda, Mercedes de Mendieta, acompañó desde la Cancillería el proceso de repatriación de los tres activistas argentinos detenidos por el Ejército de Israel durante la interceptación de la flotilla humanitaria Global Sumud. Tras más de seis días de cautiverio, los militantes fueron liberados y se encuentran en Jordania, desde donde viajarán a Buenos Aires.
Se trata de Celeste Fierro y Ezequiel Peressini y Carlos “Cascote” Bertola, integrantes de una delegación latinoamericana que participó de la misión internacional con el objetivo de llevar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Según explicó De Mendieta, los tres atravesaron condiciones extremas de detención, con maltratos físicos y psicológicos, acusaciones infundadas y privación de alimentos y agua. Pese a ello, lograron sostenerse colectivamente y mantener la moral alta, convencidos de la legitimidad de la causa que los llevó hasta allí.
La legisladora considera que el episodio evidencia el carácter represivo del Estado israelí y la complicidad de buena parte de la comunidad internacional. En su lectura, lo ocurrido con la flotilla no puede reducirse a un incidente diplomático; forma parte de un entramado más amplio de dominación colonial que se sostiene desde la creación del Estado de Israel en 1948 y que hoy se expresa, dice, en la destrucción sistemática de un pueblo. “No es guerra, es genocidio”, sintetizó durante la entrevista.
A su vez, apuntó especialmente contra la falta de posicionamiento del gobierno argentino. Mientras la Cancillería limitó su actuación a cuestiones consulares, el Ejecutivo evitó pronunciarse sobre la detención de los militantes. Para la diputada, esa omisión es coherente con la alineación internacional del presidente Javier Milei, a quien definió como “un aliado incondicional de Estados Unidos, Netanyahu y el Estado de Israel”.
Desde su banca y su militancia en la izquierda, reivindicó la necesidad de distinguir entre el pueblo judío y el Estado de Israel, subrayando que la defensa de Palestina no implica antisemitismo sino una postura anticolonial y antirracista. También recordó la convivencia histórica entre ambas comunidades antes de la fundación del Estado israelí, como ejemplo de que otro modelo de coexistencia es posible.
Sobre la responsabilidad histórica de la Argentina frente a los crímenes de lesa humanidad dijo que “el pueblo argentino, que sufrió un genocidio, no puede ser cómplice de otro”.
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