Con orgullo y entusiasmo, un grupo de 28 estudiantes de la Escuela Inmaculada participó del Modelo de Naciones Unidas 2025, el juego de simulacro diplomático más grande del país, que este año reunió a más de 2.150 jóvenes de distintas provincias argentinas. La experiencia, que se desarrolló en la República de los Niños, se convirtió en un espacio de aprendizaje y formación cívica que trasciende los límites del aula.
“Participamos por primera vez en 2018, y desde entonces los chicos esperan con ansias cada edición”, contó Vanessa Sánchez Iocco, directora del nivel secundario de la institución. El modelo está pensado para estudiantes de cuarto, quinto y sexto año, y cada grupo que se suma lo hace con mucha responsabilidad y compromiso. Este año fueron 28 los participantes, que representaron tres países distintos, entre ellos Corea del Norte, con el que obtuvieron un importante reconocimiento.
La preparación previa es intensa. Una vez que los organizadores asignan los países de manera aleatoria, los y las estudiantes comienzan a investigar sobre su historia, política, economía y posicionamiento internacional. “A partir del país que les toca, los chicos se preparan durante semanas. Investigan sus políticas, la postura frente a los temas propuestos —que en el modelo se llaman tópicos— y aprenden a defender esas ideas, incluso cuando no coinciden con su propio pensamiento”, explicó Sánchez.
El modelo se desarrolla durante tres días consecutivos, de miércoles a viernes, y reproduce el funcionamiento real de la Organización de las Naciones Unidas, con sus organismos y protocolos diplomáticos. “Todo es muy formal; los estudiantes deben pedir la palabra, leer documentos oficiales, responder preguntas y argumentar con respeto. Es un ejercicio de oratoria, pensamiento crítico y trabajo en equipo que los desafía a salir de su zona de confort”, señaló la directora.
Además del trabajo académico, la experiencia tiene un fuerte componente humano. “Durante esos tres días los chicos viven intensamente el rol de delegados. Se relacionan con jóvenes de todo el país, construyen amistades y desarrollan habilidades que les van a servir para toda la vida; hablar en público, escribir con claridad, escuchar al otro”, destacó.
El encuentro culmina con una cena de camaradería que reúne a todos los participantes y suele incluir una dinámica sorpresa, que los obliga a resolver una nueva situación diplomática al día siguiente. “Es una experiencia muy completa, que los mantiene atentos y entusiasmados todo el tiempo. Cuando termina, ya están pensando en volver el año siguiente”, contó Sánchez entre risas.
La directora resaltó también el valor pedagógico del proyecto: “El Modelo ONU combina investigación, comunicación, empatía y cooperación. Les enseña a mirar el mundo desde otras perspectivas y a comprender la importancia del diálogo”.
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