El peso del JP Morgan en el gobierno de Javier Milei no es un fenómeno aislado. Tiene raíces en los años 90, cuando la banca global y el poder político sellaron una alianza que mezcló deuda, privatizaciones y alineamientos internacionales. Hoy, esa trama retorna con nuevos nombres y viejas consecuencias.
La presencia de funcionarios del JP Morgan en lugares clave del gobierno, Luis “Toto” Caputo en Economía y Pablo Quirós en Cancillería, no es un hecho menor ni una casualidad. Es la continuidad de una forma de entender el poder económico en la Argentina, la que subordina las decisiones políticas a los intereses del sistema financiero global.
En este sentido, el periodista Martín Granovsky repasó esa genealogía y advirtió: “No es nuevo que el JP Morgan rodee al poder político argentino. Pero lo que vemos hoy es un nivel de injerencia explícita sin antecedentes recientes”.
Para entenderlo, hay que volver al Plan Brady. A comienzos de los 90, los bonos de deuda argentina fueron canjeados por empresas públicas; una operación que unió la política exterior de Menem con la expansión de los grandes bancos norteamericanos. “Fue el tiempo de las privatizaciones, del alineamiento con Washington, del envío de fragatas a la Guerra del Golfo. Todo junto; negocios y geopolítica”, explicó Granovsky.
Esa lógica se reconfigura en el presente. Es decir que “no estamos yendo hacia la entrega de empresas estatales, porque eso ya empezó; lo que hay ahora es un intento de consolidar ese esquema con el discurso de la eficiencia y la libertad económica. El FMI, la salida de los BRICS, el distanciamiento de Brasil son parte del mismo mapa.”
La relación entre poder financiero y control territorial tampoco es nueva. Granovsky recuerda el caso del Canal de Panamá, cuando a fines del siglo XIX el JP Morgan y el presidente estadounidense Teddy Roosevelt alentaron la secesión de Panamá respecto de Colombia para construir un canal bajo control norteamericano. “Compraron la quiebra de la empresa francesa que lo había iniciado y la rearmaron con dinero público. Fue el ejemplo perfecto de geopolítica, negocios y negociado.”
Hoy, advierte, la disputa por los espacios estratégicos vuelve a escena: “Cada canal, cada estrecho, cada mililitro de agua es otra vez crucial. El Canal de Magdalena, el Estrecho de Magallanes o el paso de Drake tienen hoy un valor geopolítico semejante al de hace dos siglos; ahí también se juega el futuro del país.”
El periodista asoció este contexto con el intento de reforma laboral que impulsa el oficialismo al decir que “no se trata sólo de discutir vacaciones o indemnizaciones”. Más bien, se busca desarmar la capacidad de negociación de los trabajadores; algo similar a “lo hizo Temer en Brasil en 2016”. No se democratizan los sindicatos “se los destruye.”
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