En una carta desde su prisión domiciliaria, la expresidenta analizó el resultado electoral, criticó la estrategia bonaerense y denunció persecución judicial y política.
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó un extenso documento dirigido a la militancia peronista en el que analiza las elecciones del 26 de octubre, cuestiona la estrategia electoral que llevó al desdoblamiento de los comicios bonaerenses y advierte sobre una “fuerte ofensiva para intentar quebrar al peronismo y al campo nacional y popular”.
El texto, fechado desde San José 1111, donde cumple prisión domiciliaria, combina autocrítica sólo en tercera persona, con cierta revisión histórica y una denuncia institucional. “Desde la reapertura democrática en 1983, todos los presidentes —salvo De la Rúa y Alberto Fernández— ganaron la primera elección parlamentaria siguiente”, comienza señalando. Pero enseguida aclara que “ganar una elección intermedia no garantiza la reelección”, recordando los casos de Macri y del oficialismo libertario actual.
“Permítanme entonces —escribe— un homenaje a mi compañero de vida, Néstor Kirchner, que decía: ‘no hay derrotas definitivas ni triunfos eternos’.”
Críticas a la estrategia bonaerense y al desdoblamiento
Cristina dedica buena parte del documento a analizar las razones del resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo perdió por casi 14 puntos. Atribuye esa diferencia a “un error político al equivocar la estrategia electoral” por parte del gobernador Axel Kicillof, al decidir el desdoblamiento de los comicios provinciales y nacionales.
“No lo digo con el diario del lunes —aclara—, lo dijimos públicamente el 14 de abril cuando, ante la decisión del Gobernador de desdoblar la elección provincial, como presidenta del PJ nacional instruí a nuestra fuerza política a desistir del proyecto de concurrencia electoral.”
Según la exmandataria, adelantar las elecciones bonaerenses fue riesgoso “por su peso electoral y su valor simbólico”, y si el resultado era adverso “iba a tener un efecto devastador para el peronismo a nivel nacional”. En caso contrario, advierte, una victoria podía “reagrupar todo el voto antiperonista para las legislativas de octubre”.
“Dios quiera me equivoque”, había dicho entonces. “No me interesa tener razón —reafirma ahora—, me interesa ganar las elecciones.”
“El miedo fue un actor determinante”
En su diagnóstico sobre el escenario electoral, Fernández de Kirchner sostiene que al “viejo antiperonismo” se le sumó “otro factor: el miedo”. Según la carta, ese sentimiento se instaló “ante la posibilidad de una crisis política que terminara agravando la ya terrible situación de la gente de a pie”.
La expresidenta menciona incluso la intervención del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien —según dice— habría advertido que, si Javier Milei perdía las elecciones, cesaría la asistencia económica norteamericana. “Con la amenaza de que todo iba a explotar —escribe— lograron una sobre-estimulación emocional en una parte del electorado.”
Aun así, resalta que la suma de los votos peronistas alcanzó el 35 % frente al 40 % de La Libertad Avanza, “en un marco de alarma política y social por el creciente ausentismo e indiferencia ciudadana frente al acto electoral”.
“La dirigencia está en libertad condicional”
En los tramos más duros del texto, Cristina Fernández denuncia una “fuerte ofensiva” para desarticular el movimiento nacional y popular, combinando persecución judicial, mediática y política.
“Transformar la Argentina en una factoría y quebrar su organización social y política requiere algo más que ganarle una elección. Van a poner en juego todo lo que haga falta”, advierte.
Cita una serie de fallos judiciales ocurridos tras los comicios, incluyendo el sobreseimiento de Mauricio Macri por el espionaje a los familiares del ARA San Juan y la confirmación de condenas contra dirigentes kirchneristas. “Si algo queda claro —escribe— es que la dirigencia política, sindical y social en la Argentina está en libertad condicional. El objetivo: que ningún dirigente se atreva a defender los intereses de la Nación y del Pueblo.”
La exmandataria recuerda que su propia “prisión y proscripción de por vida” fue dispuesta “apenas un mes y medio después de la muerte del Papa Francisco”, y califica esos hechos como parte de un “efecto disciplinador” destinado a intimidar al movimiento popular.
“Unidad con cabeza, corazón y coraje”
En el cierre, Cristina Fernández insiste en que el desafío del peronismo no es solo resistir sino reconstruirse con “unidad, cohesión y claridad estratégica”.
“Necesitamos dirigentes con cabeza, corazón y mucho, pero mucho coraje”, afirma.
Reivindica la unidad como “instrumento político de construcción nacional, popular y democrática”, y llama a la militancia a no temerle al debate: “El país que dejamos en 2015, desendeudado, sin deberle un solo dólar al FMI y con los mejores salarios de América Latina, no existe más; exige de todos nosotros no tener miedo a la discusión de nuestras ideas”.
La carta concluye con una reflexión histórica y una cita de Winston Churchill que Cristina recupera del libro La hora de los depredadores de Giuliano da Empoli:
“Estudie historia, estudie historia, estudie historia”
Desde su prisión domiciliaria, la expresidenta intenta retomar así un papel de conducción simbólica dentro del peronismo, combinando una parcial o reducida crítica interna que no la incluye a ella ni a su espacio más cercano, una advertencia institucional y un mensaje de resistencia política frente a lo que considera una nueva etapa de disciplinamiento y fragmentación del campo popular.