El especialista en seguridad Rubén Martín aseguró que la decisión del Gobierno de avanzar con la desregulación de armas largas de repetición automática como lo son los fusiles representa “un riesgo serio para la seguridad pública”.
En la entrevista con Cueste lo que Cueste, Martín describió qué tipos de armamento quedarían contemplados por la medida y explicó, en términos accesibles, por qué su circulación en manos civiles tendría consecuencias sanitarias y operativas graves.
Precisó que “las armas de repetición automática que se están desregulando en este momento son las armas largas, tipo fusil”, y enumeró calibres y modelos representativos: calibre .223 Remington (el calibre de la AR-15/M16); del .308 W (calibre del FAL); del 7.62 Kalashnikov, del AK-47.
Según el especialista, “son armas largas, ligeras, de alto poder”, cuyo uso y tenencia suponen un salto en capacidad letal respecto de pistolas y escopetas de bajo calibre.
Para dimensionar el daño que producen ofreció una explicación balística diciendo que la velocidad del proyectil determina el tipo de lesión.
“Estamos hablando de proyectiles que viajan a ocho veces la velocidad del sonido”, afirmó, y distinguió entre efectos subsónicos y supersónicos. En su ejemplo, un proyectil subsónico provoca un orificio equivalente al calibre, mientras que un proyectil supersónico genera además una onda de cavitación que “propaga las capas hidráulicas del tejido humano”.
De esta manera, no es difícil deducir el riesgo social y operativo que implica facilitar el acceso a ese tipo de armamento: “Supongamos que un fanático del armamento tiene en su poder cuatro fusiles… le robaban cuatro fusiles. Tenemos cuatro fusiles en la calle ahora.
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