El dramaturgo, actor y tecnólogo Max Delupi, creador de La gran estafa, el programa que cada domingo se escucha por FM Tres Ciudades, llegará el próximo viernes a Berisso con Thelma y Nancy, una obra de humor político que lleva más de quince años recorriendo escenarios de todo el país. La función será el 5 de diciembre, a las 21:00, en Puerta B, el nuevo espacio cultural ubicado en Montevideo y 18.
Con el entusiasmo de volver a Berisso, Max abre la charla celebrando la invitación: “Siempre es importante que alguien te elija para el puntapié inicial de una actividad cultural. Inaugurar una sala, un centro cultural, es maravilloso”.
Thelma y Nancy nació en 2009 como un sketch televisivo, parte de una serie de dieciocho piezas humorísticas. No era, admitió al aire de la 96.3, el mejor del repertorio, pero fue el que “pegó” en Canal 9 y le abrió el camino a una obra teatral que luego se volvió un clásico.
El espectáculo combina improvisación con un guion que busca “darle sentido histórico a la ironía”, un modo de pensar la política desde afuera de la rosca televisiva y lejos del golpe por golpe del debate mediático. A través de dos mujeres mayores -una adinerada, que vive en un country, y otra de clase media en Caballito- la obra retrata cómo distintos sectores sociales interpretan los vaivenes del país. Las conversaciones entre ambas, cargadas de contradicciones, prejuicios y ocurrencias, funcionan como espejo de discusiones familiares que más de un espectador reconocerá.
A lo largo de los años, la obra fue mutando y adaptándose a cada contexto. En escena, Max y Beto Bernueces trabajan con cajones temáticos que se actualizan de acuerdo con la agenda del día; inseguridad, economía, China, Estados Unidos, cualquier tema que irrumpa en las noticias puede filtrarse en la función de la noche. Esa dinámica, que en otros tiempos resultaba más sencilla, hoy se vuelve un desafío. “Es muy difícil ser más ridículo que Milei”, afirmó Max, explicando por qué hacer humor político en la Argentina actual requiere una vuelta más de tuerca. “Cuando la irracionalidad está en manos de quien gobierna, el chiste muchas veces ya está hecho. La barbarie y la locura nos dejan sin margen”, reflexionó.
La conversación deriva inevitablemente en la sensibilidad social del momento, la tensión, las reacciones desbordadas y la violencia cotidiana.
Para él, Thelma y Nancy encuentra su potencia justamente en permitir que el público se ría de sí mismo, de sus contradicciones y de la manera en que interpreta la política cotidiana: “Los pueblos están viviendo la falta de derechos muy zarpado, entonces todo está sensible. Pero esta obra tiene algo que nos baja a tierra, nos hace ver en qué lugares estamos parados. No se trata de reírse de un otro ajeno, sino de reconocernos en esas charlas, incómodas y absurdas, que forman parte de nuestra vida”.
Este viernes, en Puerta B, la obra promete un respiro colectivo, un espejo sincero y una risa que, aunque duela un poco, sigue siendo necesaria.
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