La historia de Sandro Mateos, vecino de Henderson, empezó como un video de TikTok y terminó convirtiéndose en una de esas historias que sorprenden por su simpleza, honestidad y una filosofía de vida fuera de lo común.
Sandro, de 56 años, le pidió al intendente local trabajar dos meses como recolector de residuos para cumplir un sueño personal. Donará el sueldo, pero insiste en que su decisión no es altruista: “Lo hago por deseo propio, es egoísta”.
Fanático del ejercicio físico, corre 40 kilómetros por semana, hace flexiones y abdominales en su casa, y se cuida con las comidas. En entrevista con FM TresCiudades comentó que siempre admiró el estado físico de quienes trabajan en la recolección, y quería saber en carne propia qué se siente formar parte de ese esfuerzo cotidiano.
Su video contando el sueño llegó rápidamente al intendente, quien le respondió casi de inmediato. Al día siguiente ya estaba reunido con él. “No lo podía creer”, recordó.
Producto de ello, hará los reemplazos de enero y febrero y quedará registrado como jornalero por cuestiones legales. El 26 de diciembre recibirá la fecha de inicio, pero su deseo es arrancar el 2 de enero, apenas después de las fiestas.
Pero la vida de Sandro no pasa solo por la recolección, porque a cada respuesta, aparecía una anécdota nueva; subió hasta los 6100 metros del Aconcagua (“tuvimos que bajar por una tormenta, no por mí”), recorrió Misiones limpiando jaulas de animales recuperados del tráfico ilegal, vive en carpa cada vez que puede y todos los septiembres hace 700 kilómetros en bicicleta en siete días, durmiendo donde lo agarra la noche. Es separado, tiene un hijo de 15 años que lo acompaña “en un 80%” de sus aventuras, y se define como alguien espiritual, cercano al budismo, amante de la naturaleza y del estado de movimiento permanente.
“Yo me retiré a los 46 o 47. Hice las cuentas, vi que me alcanzaba y dejé de trabajar. No me interesa lo material”, contó. Desde entonces vive viajando, acampando, pescando menos pero disfrutando más, y buscando cada día una actividad distinta que lo mantenga despierto y conectado con el presente. “La muerte es mi mejor amiga, porque me recuerda que cada día queda uno menos y hay que aprovechar”, aseguró sin dramatismo.
En Henderson lo esperan con entusiasmo. Algunos recolectores ya le escribieron para agradecerle; de hecho, uno le dijo que gracias a él tendrá vacaciones.
Sandro resume su filosofía sin buscar grandes conceptos: “Para mí, felicidad es levantarme en Cochicó, tomar unos mates al lado de la laguna y escuchar el agua. No hace falta plata para eso”.
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