En el Día de la Independencia, y mientras en muchos rincones del país se multiplican los actos oficiales, la Asamblea Multisectorial del INTI se organiza para enfrentar lo que considera una avanzada directa contra el desarrollo científico nacional. “Dejamos la independencia de un imperio y empezamos la dependencia con otro”, ironizó el trabajador del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y miembro de la asamblea, Alejandro Sirota, en diálogo con Cueste lo que Cueste.
El decreto de centralización recientemente emitido por el gobierno nacional apunta a quitarle al INTI su autonomía, su estructura federal y su capacidad autárquica para administrar recursos y políticas públicas. Frente a ello, Carota comentó que decidieron las líneas de intervención tecnológica en los territorios, como las Universidades, y advirtió que el gobierno ahora busca que toda esa capacidad “pase a ser controlada por el Ministerio de Economía”.
Actualmente, el INTI financia entre el 35% y 40% de su funcionamiento a partir de servicios técnicos, ensayos, certificaciones y asistencia tecnológica. “Lo que pretenden es que esos recursos pasen directamente al ministerio, quitándonos la posibilidad de sostener áreas de investigación clave”, señaló.
Pero lejos de resignarse, los trabajadores del organismo pusieron en marcha un plan de lucha con movilización en la calle, acciones judiciales y presión legislativa. El martes realizaron un masivo “ruidazo” en el Parque Tecnológico Miguelete, donde participaron más de 700 personas, y luego se movilizaron sobre la avenida General Paz.
“Buscamos generar alianzas con gobernadores, senadores y diputados. Ya tuvimos reuniones con la Comisión de Ciencia y Técnica de Diputados, con referentes como Diego Hurtado y Vanina Biasi, que se comprometieron a acompañar el reclamo”, agregó el referente.
En cuando al papel que juega INTI dentro del territorio nacional, indicó que el organismo cumple funciones silenciosas pero fundamentales para la vida cotidiana; controla surtidores de nafta, verifica balanzas de exportación, certifica la calidad de alimentos y juguetes, garantiza el cumplimiento del Código Alimentario Argentino y brinda asistencia técnica a pequeñas y medianas empresas.
Sin embargo, la centralización con la que insiste el ejecutivo nacional puede derivar en el desmantelamiento de estas funciones o su transferencia al sector privado; osea, “no sólo se pone en riesgo la transparencia y calidad de los servicios, sino también la capacidad del Estado de proteger derechos básicos”.
Lo cierto es que desde el inicio de la gestión de Javier Milei, el INTI perdió cerca de 700 trabajadores sobre una planta total de 3.000. Echaron monotributistas, impulsaron retiros voluntarios “con grandes sumas” y vaciaron “áreas enteras”. También se perdieron técnicos formados durante años en dicho espacio.
Para Sirota, lo que sucede con el INTI forma parte de una política más amplia de destrucción de capacidades estatales: “Están desmantelando organismos estratégicos como el Senasa, el INTA, el Conicet. Destruyen educación, salud, ciencia. Benefician a los grandes monopolios y perjudican a las pymes, a las cooperativas, a toda posibilidad de desarrollo nacional independiente”.
De todos modos, y sin ánimos e resignarse ante tal determinación, aseguró que vVamos a resistir hasta el final. Hay conciencia de clase y hay historia de lucha en el INTI. No nos van a doblegar tan fácilmente”.
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