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Cadena Nacional: el espejismo de la especulación y la realidad parlamentaria

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La reciente cadena nacional del presidente Javier Milei buscó transmitir un mensaje de triunfo y solidez, pero terminó exhibiendo, más que logros, las fragilidades estructurales de su plan económico y político. El gobierno insiste en mostrar cifras macroeconómicas como prueba de éxito, pero esas cifras se sostienen sobre un delicado andamiaje de especulación financiera, tasas altísimas y un ancla cambiaria artificial que, lejos de consolidar un modelo productivo, profundiza la dependencia de capitales golondrina y de un ajuste que golpea a la economía real.

No hay recuperación de la industria ni del empleo genuino; lo que hay es un experimento de laboratorio en el que se cambia crecimiento por rentabilidad financiera para pocos, y estabilidad real por ilusiones contables. La baja circunstancial de la inflación —producto del parategeneralizado y del deterioro del consumo— se presenta como un éxito técnico, ocultando que es una consecuencia directa de la recesión y la pérdida del poder adquisitivo de millones de argentinos.

En el terreno político, el relato presidencial choca con un dato incontrastable: las derrotas parlamentarias. En la Cámara de Diputados y en el Senado, la oposición ha logrado frenar, matizar o modificar los proyectos más ambiciosos del oficialismo, marcando límites a un modelo de concentración de poder que desconoce el espíritu de la república. Lejos de plegarse al vértigo libertario, la mayoría de las fuerzas políticas han mostrado racionalidad institucional, obligando al Ejecutivo a entender que el Congreso no es una escribanía del mercado.

El contraste entre el mensaje unidireccional de la cadena nacional y la realidad que se vive en las calles y en el Congreso es cada vez más evidente. Mientras el presidente apela a la retórica de la “batalla cultural” y el dogma del ajuste eterno, la economía se contrae, la pobreza crece y el sistema político —ese que el oficialismo desprecia— sigue funcionando como último dique frente a un experimento que parece escrito para los balances de los fondos de inversión y no para las necesidades del pueblo argentino.

La semana venideras marcarán claramente la obstinación presidencial, su ideologización extrema o la apertura a las demandas sociales y políticas , pero fundamentalmente la voz de la urnas para saber si se sigue apoyando o no al gobierno libertario.