El secretario general del Sindicato de Empleados de la Industria del Vidrio y Afines de la República Argentina (SEIVARA), Cristian Jerónimo, advirtió sobre la grave situación que atraviesa el sector a partir de la apertura indiscriminada de importaciones dispuesta por el Gobierno nacional, sumada a la recesión y la caída del consumo interno.
En diálogo con Cueste lo que Cueste, señaló que “no es ajeno a la realidad que sufren todos los sectores industriales”, y que las medidas económicas “van a contramano de lo que hace el mundo, que es cuidar su industria nacional e incentivarla para que sea competitiva”. Según explicó, el aumento de costos, la falta de competitividad cambiaria y la apertura comercial han golpeado a las distintas ramas de la actividad como la construcción, automotriz, industria medicinal y producción de envases para el sector alimenticio.
“Hace dos años había faltante de botellas en el país; hoy sobran, porque el consumo se desplomó”, graficó. La baja de actividad también afectó las exportaciones, porque “con este dólar, Argentina no es competitiva y las empresas no pueden salir a competir afuera”.
Por otro lado, alertó sobre el impacto en el empleo, que involucra directa e indirectamente a entre 50.000 y 60.000 trabajadores en todo el país. “Es una sangría diaria de suspensiones, retiros voluntarios y despidos. Muchas pymes no pueden sostenerse y acumulan stock porque no venden”, indicó. Además de la importación legal, el contrabando por fronteras “sin control” perjudica la producción local y destruye fuentes de trabajo.
El dirigente sindical, en tanto, reclamó un compromiso más firme del sector empresario: “Defendemos a los trabajadores, pero también queremos que las empresas no cierren. Algunos empresarios creyeron que este proceso político iba a ser beneficioso y fue todo lo contrario; deben defender sus intereses codo a codo con sus empleados, porque lo que se destruye cuesta mucho recuperarlo”.
Sobre el rol de la CGT, Jerónimo consideró que la central sindical reaccionó rápidamente contra el DNU 70/2023, frenando su capítulo laboral. “Seguramente se pudo hacer más, pero no se le puede cargar toda la responsabilidad; los sectores políticos y empresariales deben asumir la suya”, apuntó.
En cuanto a un un eventual recambio en la conducción, sostuvo que “renovación no es garantía de transformación” y planteó que el desafío es “construir la mejor representatividad con un programa claro y un rumbo definido, para que la CGT vuelva a ser un factor de poder y no solo de presión”.
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