El último informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) arroja cifras contundentes sobre el impacto del modelo de Javier Milei en el mundo del trabajo. Los números, que provienen de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), no dejan lugar a interpretaciones optimistas: entre noviembre de 2023 y mayo de 2025, los primeros dieciocho meses de la gestión libertaria, el empleo registrado y la cantidad de empleadores retrocedieron de manera dramática.
En ese período, se redujo el número de empleadores en 15.564 casos. El sector más afectado fue el de servicios de transporte y almacenamiento, con una pérdida de 4.094 empleadores, lo que equivale a una caída del 10,4%.
La sangría también alcanzó de lleno a los puestos de trabajo registrados: se perdieron 223.537 empleos formales, lo que equivale a una retracción del 2,27% del total. El golpe más duro lo recibió la administración pública, defensa y seguridad social, con casi 100.000 trabajadores menos, mientras que la construcción se desplomó un 16,9%, mostrando el nivel de parálisis que atraviesa la obra pública.
El informe de CEPA también desnuda otro aspecto clave: el ajuste golpea en todas las escalas empresariales, pero con impactos diferenciados. Las empresas de hasta 500 trabajadores representan el 99,69% de las que cerraron en este tiempo, mientras que las grandes compañías fueron las que más expulsaron trabajadores: 165.625 empleos menos, es decir, el 74% del total de la caída.
Estos datos no son un accidente ni una fatalidad del mercado: son la consecuencia directa de un modelo cultural, social y económico que el actual gobierno eligió aplicar. Un modelo que glorifica al mercado por encima del Estado, que desmantela políticas de protección y que concibe al trabajador como un costo y no como el motor de la producción.
Las cifras del CEPA exponen con crudeza que lo que se presenta como “libertad” no es más que la libertad de unos pocos para concentrar riqueza, mientras miles de trabajadores pierden sus empleos y pequeñas y medianas empresas desaparecen. La cultura del sálvese quien pueda, que el gobierno de Milei erige como horizonte, se traduce en números y en rostros concretos: menos empleadores, menos trabajadores, más precariedad, menos esperanza de un futuro mejor para la gran mayoría de los argentinos.