Por Marcelo “El Gaucho” Yaquet
Al finalizar el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, en junio de 2015, el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) ascendía a $4.716. En ese momento, el dólar oficial se mantenía en torno a los $9 y el kilo de asado costaba aproximadamente $74. En esos términos, el SMVM equivalía a 519,38 dólares y permitía acceder a unos 64 kilos de asado por mes.
Si tomamos el mismo mes de este año, a mitad del mandato de Javier Milei, el SMVM es de $313.400, con un dólar oficial a $1.204,50 y un kilo de asado en torno a $11.390. Estos valores implican un SMVM equivalente a 260,19 dólares, con una capacidad de compra de apenas 28 kilos de asado por mes.
Al comparar el SMVM en kilos de asado, se pasa de 64 kilos en 2015 a 28 kilos en 2025. En la misma comparación, el SMVM en dólares pasó de 519,38 dólares en 2015 a 260,19 dólares en 2025. La caída del poder adquisitivo es más que elocuente.
Y no es solo con la carne: pasa lo mismo con la leche, el pan, los servicios básicos, el alquiler y el combustible. El deterioro del poder de compra de las y los trabajadores atraviesa cada aspecto de la vida cotidiana.
¿Qué debería ser el SMVM?
La Constitución Nacional (art. 14 bis) y la Ley de Contrato de Trabajo (20.744) lo definen con claridad: garantizar un salario digno que cubra alimentación, vivienda, vestimenta, salud, educación, recreación y cultura.
En la práctica, el salario mínimo hoy no llega a cubrir ni siquiera la canasta básica. Lo que debería ser un instrumento para dignificar el trabajo se transformó en un mecanismo de ajuste: se usa para disciplinar salarios, recortar prestaciones sociales y favorecer la especulación y la concentración de la riqueza en mano de las elites económicas que operan en nuestro territorio.
El desafío político
La pelea por el salario mínimo no es un tema “técnico”, es una disputa de poder. Desde elsector del trabajo (formales, informales, jubilados, cooperativas), el de la producción nacional (PyMEs, AgroPyMEs, empresas y fabricas recuperadas, empresarios con conciencia nacional), junto a la Iglesia y las fuerzas políticas del campo popular, se tiene la obligación de poner en agenda la recuperación del SMVM en toda su dimensión. Es necesario una sociedad con un piso común de bienestar.
Porque un país donde el salario mínimo no alcanza para comer es un país condenado a la desigualdad y la exclusión.
Y si no peleamos por el salario digno, gobierne quien gobierne, el asado se lo van a seguir comiendo siempre ellos.