Ángel Rivero es muchas cosas al mismo tiempo. Médico recibido en la Universidad Nacional de La Plata, artista plástico, entrenador de fútbol infantil y referente social en Berisso. Pero sobre todo, es un hijo del barrio Nueva York, ese rincón cargado de historias de inmigrantes y frigoríficos, que lo marcó desde chico y al que nunca dejó de volver.
Su vida combina varias pasiones. Como médico, ejerció en distintas instituciones de la región y hoy mantiene una tarea solidaria en el barrio, donde armó junto a vecinos y referentes un consultorio gratuito en plena pandemia. Allí atiende dos veces por semana, convencido de que la salud es un derecho y que devolver al barrio lo que recibió es una forma de honrar sus raíces.
Pero Ángel no se queda sólo en la bata blanca. En Estrella de Berisso, club que lleva en el corazón, pintó murales, diseñó banderas y hoy entrena a las categorías juveniles. Con los chicos trabaja la técnica y la táctica, pero también insiste en la importancia del respeto, los buenos modales y la contención. “Uno o dos van a llegar a primera, pero todos tienen que ser buenas personas”, repite como lema.
En lo personal, Rivero no olvida su paso por la Escuela Nº 9 de la Nueva York, ni la influencia decisiva de una maestra que lo empujó a seguir estudiando cuando las condiciones eran adversas. Su madre, con un esfuerzo inmenso, le compró sus primeros libros de anatomía. Ese gesto, recuerda, fue motor de todo lo que vino después.
Hoy, cuando camina por las mismas calles donde jugaba de niño o acompaña a los pibes de la séptima que sueñan con jugar el torneo federal, Ángel siente que la vida le devolvió el privilegio de pertenecer. “El barrio y la gente te devuelven una alegría única. Cada vez que voy, me hace bien”, dice con emoción.
Médico, artista, formador. Pero, ante todo, vecino comprometido. Ángel Rivero es uno de esos nombres que muestran que la verdadera grandeza no está en los títulos, sino en la forma de estar cerca de los demás.
O como lo describió Marcelo Vicente posterior a la entrevista en Aire de Ribera: “De lo más noble, humilde, magnánimo y puro que he visto en mi querido Berisso. Una ciudad, un mundo con muchos ‘ángeles’ sería seguramente más humano, más cristiano y más solidario. Celebro haberte cruzado en esta vida y especialmente en estos días. ¡¿Quién dijo que todo está perdido si este ‘ÁNGEL’ viene a entregar su corazón?!”