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Pedro Pospisil, el niño de Berisso que emocionó a todo un país

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Pedro Pospisil tiene apenas nueve años, pero su historia recorrió todos los portales del fútbol argentino y latinoamericano. Su emoción en la cancha, cuando Estudiantes de La Plata empató la serie, se volvió viral y conmovió a hinchas de todos los clubes. “Ese día fui a la cancha emocionado porque sabíamos que estábamos vivos para poder ganar. Cuando metimos el gol que empató el global, me emocioné tanto que me puse a llorar”, contó Pedro, con la misma sinceridad que lo hizo famoso.

En el último partido de local de Estudiantes frente a Barracas Central, Pedro junto a Thiago, otro fanático del club, estuvieron presentes en el verde cesped y entraron con los jugadores. En especial Pedrito lo hizo de la mano de Guido Carrillo, después de conocer a Gastón Benedetti quien anotó aquel golazo y fue el culpable de aquellas imágenes que emocionaron a Pedrito.

Tras ese encuentro el pequeño, que también juega en Estrella de Berisso, visitó por primera vez un estudio de radio acompañado por su papá, José “el Hueso” Pospisil. “No, nunca había ido a una radio”, dijo con una sonrisa tímida, mientras los conductores -Mariano y Marcelo Vicente- celebraban tenerlo en vivo.

Durante la charla, Pedro sorprendió a todos con un dato impresionante: “Tengo 162 goles. Arranqué a entrenar con los chicos del 2014 porque me gustaba el fútbol. Después me quedé con los 2015 para seguir todo el recorrido hasta ahora”. Actualmente es delantero, diestro y se define así: “Mis virtudes son los goles, tirar centro; soy habilidoso y veloz, las dos cosas”.

Entre risas, también habló de su familia. “¿Eso lo heredaste de alguien?”, le preguntaron. “No”, respondió, y enseguida aclaró que “papá fue defensor, y yo soy delantero”. “¿Y era de buen pie o de dar leña?”, le consultaron. “De dar leña”, dijo entre carcajadas, despertando la risa de todos en el estudio.

El fútbol es cosa de familia. Su tío, conocido como “el coloradito Pospisil”, también jugó. “Juega bien, pero es fuerte, es de la leña”, comentó Pedro, repitiendo el humor de su padre.

Su historia traspasó las fronteras del barrio cuando fue nombrado en programas deportivos nacionales. “La primera vez que salí en la tele fue contra Boca, y esta fue la segunda. Me nombró el Pollo Vignolo en ESPN”, recordó orgulloso. En la radio, mostró una bandera especial que le regaló el médico y artista Ángel Rivero, con una frase que lo define: “Emocionó a un país”.

Cuando le preguntaron si quería más a Estudiantes o a Estrella, respondió con la madurez de un grande: “Es re complicado por pasión, más a Estudiantes; pero por barrio, Estrella”. Su padre, José, asintió con una sonrisa: “Papá también es de Estrella”.

El “Hueso” Pospisil aprovechó para hablar del presente del club y del proyecto solidario que llevan adelante. “Fue un trabajo que hicimos junto a Cristian, el presidente. Mucha gente pedía ropa del club y no teníamos cómo conseguirla. Fue un proceso de casi un año, muy intenso, pero lo logramos. En un club de barrio todo cuesta mucho, pero con esfuerzo se puede”, contó.

Además, destacó que todo se hace de manera voluntaria. “Es todo colaboración. Abrimos los fines de semana, cuando jugamos de local, para que los padres o la gente del barrio puedan acercarse. Estamos viendo también de abrir por la mañana o después del trabajo, para facilitarle a todos. Lo hacemos de corazón”, explicó. El espacio funciona en la vieja cancha de Estrella, en la Biblioteca Pestalozzi, en el primer piso.

El Hueso le dedica al club como si fuera su casa. Participó en el cuerpo técnico junto a Juan Bellini, un amigo que se sumó a darles una mano. Pasaron los días y le ofrecieron formar parte como referente del club.

También dirige la categoría 2015, donde juega Pedro. “Me da más confianza, estoy tranquilo, como con todos los profes. Cuando llegamos al entrenamiento, ahí es mi profe; cuando salimos, vuelve a ser mi papá. La tengo clarísima”, agregó entre risas.

Pero Pedro no sólo brilla en la cancha. También es alumno de cuarto grado en la Escuela Basileano y enseguida nombró a sus amigos.

Sobre los recreos, confesó entre risas: “Jugamos al lado del kiosco, porque ahí la profe está lejos y no nos ve. No podemos usar pelotas, así que jugamos con vasos o bolsas”. Su amor por el fútbol no descansa. “¿Podés estar todo el día con una pelota?”, le preguntaron. “Sí, casi siempre”, respondió sin dudar.

En la recta final, hubo una revelación más íntima. “Pará, que papá no escucha se está haciendo un poquito de Estudiantes, ¿no?”, bromearon los conductores. “Más o menos —contestó Pedro—, ya me quería agarrar la camiseta que me dieron”.

La historia de esta familia es, en definitiva, una historia de raíces, esfuerzo y amor por el fútbol. Desde Tres Isletas hasta Berisso, pasando por las canchas de Estrella y las tribunas de Estudiantes, padre e hijo representan los valores más nobles del deporte: pasión, pertenencia y familia.