El secretario general del SUPeH Ensenada, Nahuel Chancel, analizó el avance del gobierno nacional sobre los derechos laborales, el impacto del ajuste en la industria energética y los desafíos del sindicalismo para sostener la producción y el empleo. Desde una mirada crítica pero propositiva, planteó la necesidad de fortalecer la organización gremial, la formación de los trabajadores y el vínculo con la comunidad.
En un contexto de incertidumbre económica y tensiones políticas, los sindicatos vuelven a ocupar un lugar central en la discusión pública. El intento de reforma laboral impulsado por el gobierno nacional reactiva viejos debates sobre el papel de los trabajadores organizados y el sentido del trabajo en un país que aún busca un rumbo productivo. Desde Ensenada, Nahuel Chancel sostuvo que la ofensiva oficial no es una simple actualización normativa, sino una estrategia para debilitar a las organizaciones colectivas y “disfrazar de eficiencia lo que en realidad es pérdida de derechos”.
Para el dirigente, el problema no está en la legislación laboral sino en un modelo económico que concentra la riqueza. “Nos quieren convencer de que los derechos son el obstáculo, cuando lo que frena al país es la falta de un proyecto nacional de desarrollo”, explicó. Desde su lugar al frente del SUPeH Ensenada, Chancel promueve una defensa del trabajo como motor de soberanía y cohesión social: “El trabajo es lo que dignifica, lo que da sentido a la vida en comunidad. Si se destruye eso, se destruye también la idea de país”.
La mirada se posa inevitablemente sobre el polo energético de Ensenada, donde el sindicato tiene una fuerte presencia. Allí, la parálisis de obras y la falta de inversión repercuten no sólo en el sector petrolero sino en la economía local.
En esa línea, impulsa una agenda de modernización institucional y fortalecimiento interno del sindicato. Entre los proyectos en marcha se destacan la creación de un Centro de Formación y Capacitación Laboral, el mejoramiento de la infraestructura sindical y recreativa, y nuevas instancias de participación para las juventudes trabajadoras. “El sindicato tiene que estar a la altura de los tiempos que corren —afirmó—, con más diálogo, más formación y más apertura hacia la comunidad”.
Esa idea de apertura también se refleja en la articulación con los gobiernos locales y provinciales. Chancel reconoció que la obra pública y la industria nacional son los pilares del empleo, y que sin políticas activas no hay futuro posible para los trabajadores. “En Ensenada hay una historia de trabajo conjunto entre el Estado, las empresas y los gremios. Lo importante es que eso no se rompa por las diferencias políticas ni por el clima de odio que algunos quieren instalar”, sostuvo.
De fondo, late una preocupación mayor, y es la pérdida de soberanía sobre los recursos estratégicos. Chancel advierte que entregar el control de la energía es entregar el futuro. “Cuando una nación renuncia a producir lo que consume, pierde la capacidad de decidir su destino. Por eso defender el trabajo también es defender la patria”, resumió.
Con ese horizonte, el dirigente propuso un sindicalismo más presente, más preparado y más consciente de su papel histórico. No solo para resistir el ajuste, sino para imaginar otro país posible desde la fuerza de los trabajadores.
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