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Alicia Eguren: la intelectual peronista que desafió su tiempo

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A cien años de su nacimiento, la figura de Alicia Eguren comienza a ocupar el lugar que la historia le había negado. Poeta, militante y diplomática, durante décadas fue recordada sólo como la compañera de John William Cooke. Sin embargo, los estudios recientes sobre su vida, la publicación de sus archivos personales y la donación de su correspondencia a la Biblioteca Nacional han permitido reconstruir una trayectoria propia, marcada por la libertad de pensamiento y la búsqueda de justicia social.

Eguren nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1925, en el seno de una familia de clase media alta. Su padre, Ramón Eguren, era un nacionalista católico, y en su juventud Alicia participó de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios. En ese ambiente conoció al sacerdote jesuita Leonardo Castellani, figura polémica que influyó en toda una generación de jóvenes intelectuales, entre ellos Rodolfo Walsh y Jorge Ricardo Masetti. Aquellos grupos vinculados al nacionalismo católico serían, años más tarde, el semillero de buena parte de la izquierda peronista.

Desde muy joven, Eguren se interesó por la literatura y cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras. Su paso por los círculos nacionalistas coincidió con el nacimiento del peronismo, movimiento al que adhirió desde el 17 de octubre de 1945, convencida de que allí se abría una nueva etapa de protagonismo popular. En esos años comenzó a desempeñarse como docente y editora en revistas culturales cercanas al gobierno, como Sexto Continente y Cultura, donde la militancia política y el trabajo intelectual se entrelazaban.

En 1947 ingresó al servicio diplomático y fue destinada a la embajada argentina en Londres como segunda secretaria. Su tarea consistía en atraer a científicos europeos que, tras la Segunda Guerra Mundial, buscaban nuevos destinos. Entre ellos convenció al ingeniero alemán Kurt Tank, responsable del desarrollo del avión Pulqui, símbolo del impulso tecnológico del primer peronismo. Ese episodio, poco explorado, revela una faceta casi cinematográfica de Eguren: una mujer joven, culta y carismática, negociando en la posguerra europea en nombre de un proyecto nacional.

Durante su estadía en Inglaterra se casó con el diplomático Pedro Catella, con quien tuvo un hijo, Pedro, aunque el matrimonio duró pocos meses. De regreso en Argentina, Eguren retomó su actividad literaria y publicó varios libros de poesía, como El canto de la tierra inicial (1949), Dios y el mundo (1950) y El Talmud descuajado (1951), obras que reflejan la tensión entre espiritualidad y compromiso político. En años posteriores escribiría poemas dedicados a Salvador Allende, al Che Guevara y a Paco Urondo, como expresión de una militancia que nunca abandonó el terreno de la palabra.

Su vínculo con el mundo intelectual la llevó a participar en los talleres de Héctor Murena, uno de los introductores de la Escuela de Frankfurt en la Argentina. En ese espacio coincidió con Susana “Piri” Lugones, nieta del poeta Leopoldo Lugones, quien más tarde sería militante y víctima de la dictadura militar. Ambas encarnaron una generación de mujeres que desafiaron los límites morales y políticos de su época.

Con el tiempo, Eguren comenzó a acercarse a John William Cooke, a quien había conocido fugazmente en actividades culturales. El encuentro entre ambos sellaría una de las asociaciones políticas y afectivas más emblemáticas del peronismo revolucionario. Sin embargo, hacia comienzos de los años cincuenta, cuando el movimiento empezó a cerrarse sobre sí mismo, Eguren fue marginada de los espacios institucionales y de las revistas oficiales. Ni su formación ni su origen social la protegieron de las críticas: desde fuera del peronismo era acusada de “intelectual de segunda”, y dentro del propio movimiento, de incomodar con su independencia.

La historia la recuerda como una mujer libre, que vivió y pensó sin someterse a las convenciones ni a las jerarquías. Su figura, rescatada hoy por nuevas lecturas y biografías, como Alicia en el país. Apuntes sobre Alicia Eguren y su tiempo (2022), de Miguel Mazzeo, permite revisar el lugar de las mujeres en la historia política argentina y la potencia de quienes eligieron pensar desde la frontera entre la literatura, la acción y la utopía.

Te invitamos a escuchar la columna completa de la profe Mariel Zabiuk en Ribera Paraíso: