ESCUCHÁ LA RADIO EN VIVO

Rodolfo Kusch: el pensador que buscó una filosofía desde América

conversatorio-rodolfo-kusch-moron-centro-cultural-paracone5653388881055375830.jpg

En el cierre del ciclo dedicado al pensamiento nacional, las reflexiones de la profe Mariel Zabiuk volvieron sobre la figura de Rodolfo Kusch, uno de los intelectuales más singulares del siglo XX argentino. Su obra, muchas veces relegada en los ámbitos académicos tradicionales, recupera una mirada profundamente americana sobre la cultura, el conocimiento y la vida en comunidad.

Kusch nació en Buenos Aires en 1922, hijo de inmigrantes alemanes llegados al país tras la Primera Guerra Mundial. Ese origen marcó sus primeros años; se crió entre el alemán y el español, lo que le permitió acceder desde joven a una biblioteca que incluía a los grandes filósofos europeos. Sin embargo, su trayectoria no siguió el camino habitual de la intelectualidad porteña.

Después de una breve incursión en Ingeniería, se volcó a la filosofía y la antropología, disciplinas que lo acompañarían toda su vida. Ejerció como docente en escuelas secundarias, institutos superiores y universidades, y también se desempeñó en la Dirección de Escuelas de la provincia de Buenos Aires.

Su formación rigurosa le permitió leer a Hegel, Kant o Heidegger en su idioma original, pero Kusch no se detuvo ahí; su gran aporte consistió en utilizar esas herramientas para pensar la realidad americana desde adentro. Lejos de considerar la filosofía occidental como un modelo a imitar, buscó integrar tradiciones locales, lenguajes populares y experiencias cotidianas, especialmente las provenientes de los pueblos originarios.

A comienzos de los años cincuenta formuló una de sus ideas centrales; en América conviven dos racionalidades distintas. Por un lado, la racionalidad heredada de Europa, basada en el ser; por otro, la racionalidad indígena, vinculada al estar, a la relación directa con el territorio y a una manera distinta de experimentar la existencia. En lugar de considerar esta última como “menor” o “primitiva”, Kusch la propuso como una fuente de conocimiento legítima y valiosa.

Ese enfoque lo situó en el corazón del pensamiento nacional latinoamericano, junto a figuras como Scalabrini Ortiz, Jauretche o Cook. Todos ellos compartían la convicción de que el país debía pensarse desde su propia historia y su propia gente, y no a partir de moldes importados. Kusch llevó esa búsqueda a un plano filosófico profundo, explorando también el tango, la religiosidad popular y la vida barrial como expresiones culturales capaces de dar claves sobre lo que significa ser argentino y ser americano.

Su obra se desarrolló en un contexto marcado por debates culturales intensos, vínculos con corrientes como las teologías del pueblo y un diálogo permanente con los procesos políticos del país. Desde los años cincuenta hasta su muerte, alternó la docencia con largos períodos de residencia en el norte argentino y los Andes, donde profundizó su contacto con comunidades indígenas y con las cosmovisiones que tanto influyeron en su pensamiento.

Hoy, su legado vuelve a tomar relevancia en un momento en que la discusión sobre soberanía, identidad y modelos de desarrollo atraviesa nuevamente la vida pública. Su llamado a valorar lo propio, a construir pensamiento situado y a reconocer la riqueza cultural de América Latina se resignifica en un país que debate, una vez más, cuál es su lugar en el mundo.

Kusch dejó una obra vasta -desde La seducción de la barbarie hasta Geocultura del hombre americano- que continúa invitando a revisar las categorías con las que se mira al continente. Su propuesta, lejos de la nostalgia, ofrece herramientas para comprender el presente y pensar alternativas desde una tradición cultural que sigue viva, aunque muchas veces invisibilizada.

Te invitamos a escuchar la nota completa en: