Las fechas redondas llevan casi siempre, desde cierta inevitable y entrópica decadencia, a esa trampa con tufillo a nostalgia del “todo tiempo pasado fue mejor”, o a malvivir del recuerdo en el mejor de los casos.
No pasa así con el lugar que nos convoca, Pura Vida, a pesar de ya contar con sus primeros 15 años a cuesta, sigue gozando de esa vitalidad, que quizás dan los no lugares, que trascienden el espacio de sala de concierto, para convertirse en una barricada de independencia, arte y solidaridad, ejercida de manera espontánea, por ejemplo, en la trágica inundación del 2 de abril de hace, justo en estos días, 10 años, y sostenida en el tiempo, junto al recordado Caio, con múltiples espacios barriales beneficiados en aquellas veladas.
Lugar decía, de encuentro de tantas emociones, con un poder de identificación y cultivando el sentido de pertenencia desde los actos de apoyo a los artistas y sus condiciones cuidadosas para con su trabajo, hasta el público, siempre fiel a sus variadas propuestas, llegando al punto de militar y defender el espacio, ante la prepotencia del poder municipal de turno, más de una vez, llenando esa plazoleta de los lápices con adhesiones desde lugares impensados. Foco y ejemplo de convivencia entre el bar negocio y el bar comunidad y ventana musical, con principal respeto hacia los músicos y su sustancia pura y vital.
Vaya si demostró todo esto los findes pasados, con el despliegue de bandas y solistas con el que nos convidó, en largas veladas, confirmando una vez mas que ese camino sembrado va dando sus frutos y vaya uno a saber, si será gracias a esas musas que rodean el aire musical ribereño, que nutren y contagian, el tiempo nos va regalando mas lugares con esa propuesta de honestidad y esencia musical. Gracias Pura por mostrar el camino y seguir ejerciendo ese deseo de brindar la respetuosa estructura, para que esa abundante propuesta musical de esta orilla del sentir, despliegue su magia. Larga Vida a Pura Vida!
Dónde estamos
Cabo verde y la Merced,
Ensenada, Buenos Aires (1925)