Lo que cuenta, aclaró, “no tiene nada que ver con negar el género, sino de proteger lo que simbolizaba la condena de ser mujer”.
En respuesta al por qué de la elección, Castro comentó: “Empecé a ver que todas las heroínas de nuestra historia tuvieron un proceso de vulnerabilidad y lucha para salir de ese lugar. Por eso, decidí tomar ese momento de vulnerabilidad donde todas nos reconocemos; hay un punto de fragilidad en la que una se siente sola y para eso nos tenemos entre todas”.
Cuando la escribió vivía en la Patagonia y fue estrenada en el Rectorado de La Plata donde posteriormente se declaró de interés cultural. Una llave con la que viajó por distintos países.
Pero lo más interesante de su caso es lo que significa el actuarla, y que con una apertura un tanto confidente olvidó que salía en una radio para contar el secreto de su sentido más profundo: “Hacerla desde hace tanto tiempo me permitió llegar a un nivel de comprensión de los personajes muy significativo. Eso me da lugar a recorrer el cómo ese personaje se siente ese día. Hay un margen de reacción que todos tenemos como realidad, y en esta obra no hay personajes sino personas a las que me gusta mantenerlas con vida”.
Dónde estamos
Cabo verde y la Merced,
Ensenada, Buenos Aires (1925)