La propuesta se articula en dos ejes principales. Por un lado, la soberanía entendida como proyecto integral que no puede escindirse del desarrollo industrial. La historia muestra cómo la Argentina logró avanzar cuando pensó en un modelo productivo que superaba la dependencia de las materias primas destinadas a la exportación, apostando a una industria propia en sectores estratégicos. Por otro, la constatación de que este horizonte no fue exclusivo de una clase social ni de una corriente ideológica particular; distintos dirigentes, aun provenientes de familias acomodadas, entendieron que el futuro del país pasaba por fortalecer al Estado y a la industria nacional.
En ese recorrido aparece la figura de Juan Ignacio San Martín, nacido en 1904 en Buenos Aires, el menor de 23 hermanos. Formado en el Colegio Militar y luego perfeccionado en el Politécnico de Turín, desarrolló una sólida carrera como ingeniero industrial y aeronáutico. Desde los años treinta estuvo vinculado a la Fábrica Militar de Aviones en Córdoba, donde impulsó el diseño y producción de aeronaves propias. También fue docente en la Escuela Superior Técnica, creada por Enrique Mosconi y Manuel Savio, y se convirtió en un referente para las nuevas generaciones de ingenieros militares.
Con la llegada del peronismo al poder, San Martín ocupó lugares centrales. En 1948 fue elegido gobernador de Córdoba, donde promovió la creación del Instituto de Previsión Social, la reforma constitucional provincial y una ley de promoción industrial que sentó las bases de la expansión fabril cordobesa. Más tarde, en 1951, asumió como ministro de Aeronáutica, desde donde consolidó proyectos emblemáticos como los aviones Pulqui I y II, el justicialista del aire, la moto Puma y el tractor Pampa.
Como muchos de sus contemporáneos, sufrió persecución y cárcel tras el golpe de 1955. Su vida, marcada por el impulso a la industria y por una temprana muerte en 1966, refleja las tensiones de un país que castigó a quienes apostaron por la soberanía.
En su columna la profe Zabiuk recordó que este tipo de dirigentes pensaban en la patria como una construcción colectiva y sostenida desde el Estado, en contraste con la visión individualista de gran parte del empresariado actual. Volver sobre sus trayectorias no sólo permite recuperar una memoria histórica, sino también proyectar alternativas para un presente signado por la dependencia y el desmantelamiento industrial.
Dónde estamos
Cabo verde y la Merced,
Ensenada, Buenos Aires (1925)