ESCUCHÁ LA RADIO EN VIVO

Milei abre frentes todos los días con un discurso incendiario pero… ¿Tiene los recursos para enfrentar tantas batallas en simultáneo?

14c03aae-b04d-4b56-b41d-05b74b4983ec

Jubilados, monotributistas, inquilinos, despachantes de aduana, escribanos, trabajadores y empresarios de la cultura, trabajadores y empresarios de las industrias naviera y pesquera, lo mismo con la vitivinícola, clubes de fútbol, el universo de los golpeados por las medidas que intenta imponer Milei vía DNU y ley ómnibus es casi infinito.

A eso hay que sumarle los castigos generales: la devaluación del 120 por ciento y los aumentos de combustible. Estos, además de trasladarse a todos los precios de la economía, sin excepción, deterioran la ecuación de los productores de granos, principales generadores de divisas para el país, que por ahora no liquidan y en breve comenzarán sus reclamos, o de baja de retenciones o de una nueva devaluación.

También aporta a esa nueva devaluación la baja de tasas, que castiga los depósitos en pesos y genera nuevas presiones sobre los dólares CCL, MEP y blue, paso previo al aumento del oficial.

En síntesis, en apenas tres semanas, el gobierno abrió todos los frentes en simultáneo. La pregunta se repite en todos los ámbitos políticos: ¿tiene con qué bancarsela? ¿o es simplemente un inconsciente? 

La primera tesis implica que sus mandantes corporativos -Macri, Elsztein, Eurnekian y Galperín-, aceptarían resignar o moderar algún beneficio a cambio de una mínima gobernabilidad, algo que hasta acá nunca ocurrió.  De acuerdo a la segunda, esos grupos, históricamente voraces, harán los negocios que puedan mientras dure el experimento y la paciencia.

Pero, más allá de los aliados, están los recursos estrictamente propios. ¿Con qué  cuenta Milei realmente? Porque, por más paradigmas que se rompan, debe haber una correlación entre medios y fines. 

Veamos: no cuenta con gobernadores ni intendentes que le respondan. Se le acercó Llaryora y salió escaldado. Los demás observaron, tomaron nota y tensionan por ganancias. ¿Cuenta con el 55 por ciento que lo votó? La respuesta es no y sería un error grave de su parte creerlo. Su núcleo es el 30 que obtuvo en agosto y octubre. El otro 25 es antiperonismo puro, que lo votó tapándose la nariz, como hubiera votado a cualquier otro en su lugar. 

Y el 30 inicial es núcleo pero no duro. Lo votó por sus promesas de dolarización y por su discurso anticasta, que sintonizó a la perfección con el enojo generado por el gobierno de Alberto Fernández, con la expectativa de vivir mejor. Las elecciones son básicamente plebiscitos al oficialismo, rara vez una apuesta real por el retador. Un mal diagnóstico, una lectura equivocada de su popularidad puede ser fatal para el nuevo gobierno.  

Cuenta con el 10 por ciento de los senadores y el 15 de los diputados. Al 90 y al 85 restante de cada cámara, con quienes debería alcanzar o al menos intentar algún tipo de acuerdo, los llamó coimeros. Antes, en la ceremonia de asunción, les dio la espalda para hablar desde las escalinatas del congreso a una muchedumbre que no calificó para multitud. 

Cuenta también con funcionarios de entre escasa y nula experiencia en la gestión pública, enfrentados entre sí por espacios y cuotas de poder, con niveles de virulencia que empequeñecen a cualquier interna palaciega anterior. 

Cuenta con un puñado de adolescentes tardíos adictos a las redes, que fueron muy eficientes a la hora de construir un candidato presidencial desde la nada misma, pero que no dimensionan su nuevo rol. Ahora, la realidad es responsabilidad de Milei y de su entorno. Como anticipó Álvaro García Llinera, los ciclos son más breves, el mundo es más inestable, todo se acelera. 

En este nuevo contexto, sembrar odio, jugar con fuego, es para ellos infinitamente más peligroso de lo que era hasta el pasado 10 de diciembre. Siempre se puede recurrir a la pesada herencia, a los chivos expiatorios, al “dejaron una bomba”, pero no deberían olvidar la ley de los rendimientos decrecientes. Los trucos se gastan, ¿después qué?

Uno visita a los representantes de Taiwán, se lleva 300 pan dulces y echa por tierra los intentos de reconstruir la relación con China, que pisa el swap de reservas. Otro cuenta como un logro anticasta haber cancelado al proveedor de medialunas de la casa de gobierno. El primero vuelve a la carga, ahora mostrando que la Cunnington gana espacio en las góndolas por la desregulación del comercio. La realidad supera a la ficción. El signo de los tiempos ya no es la vanalidad sino la insignificancia y el cambalache.

Si Milei tiene algo guardado, hay que reconocer que lo esconde muy bien hasta que llegue el momento indicado. Eso, que nadie sabe qué o quién es, lo emparentaría al Menem que tanto admira. Pero el riojano no sólo hacía política: era un crack en ese arte, reconocido en su don por propios y ajenos. Menem hubiera creado una autopista, mezcla sutil de palos y zanahoria, para que los legisladores acordaran con él de manera casi natural, sin darse cuenta, por inercia.  

Si Milei piensa que puede aprobar sus normas, o sufrir el rechazo y seguir gobernando con esto, el escenario se parece peligrosamente al cuento del pibe que, disfrazado de superman, salta desde la terraza. Mientras ve pasar los balcones a toda velocidad, con el pavimento cada vez más cerca, se dice a sí mismo «por ahora vamos bien”.

Autor: Gastón Garriga en “Narrativa política”